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Andar descalzo: ¿es bueno para los niños?

 

Aunque en general los padres se preocupan mucho por calzar a los bebés y a los niños pequeños, esto no es siempre esencial, particularmente cuando están en casa. A no ser que haga mucho frío o que los peques estén resfriados, no hay nada de malo en que caminen o gateen por la casa descalzos o en calcetines. 

Obviamente, en la calle sí que es imprescindible ponerles zapatos, pero dentro de un cálido hogar, podemos permitir que los pies de los niños tomen contacto directo con el suelo.

A veces nos preguntamos ¿por qué será que les gusta tanto andar descalzos? En primer lugar porque es lo más natural, y de forma innata tienden a preferirlo. Pero también hay motivos que demuestran que es lo más saludable, especialmente durante los primeros años de vida. En este artículo te contaremos los tres principales beneficios de andar descalzo.

1. Andar descalzo mejora la fuerza y el desarrollo de los pies

Los pies tienen más de cien músculos, tendones y ligamentos, además de 26 huesos y 33 articulaciones. Es increíble, ¿no crees? Son verdaderas obras de ingeniería natural, cuya misión es permitirnos andar por todo tipo de terrenos, trepar, saltar y amortiguar impactos. Cuando los pies de un bebé o un niño pequeño realizan todas estas funciones descalzos, el ejercicio es mucho más fructífero. Es la mejor manera de asegurarnos que se fortalecen todas las áreas implicadas y que los pies se desarrollan correctamente. 

Esto no significa que calzarlos continuamente vaya a provocar un problema en los pies de nuestros hijos. No será un inconveniente, siempre y cuando elijamos un calzado adecuado y de calidad. Pero es saludable que haya momentos en el día donde se les permita andar descalzos. Sus pies se desarrollarán más fuertes, el puente se elevará convenientemente y todas las estructuras del pie estarán activas y bien aprovechadas.

2. Andar descalzo mejora el equilibrio

Cuando los pies entran en contacto directo con el suelo, son mucho más sensibles a las irregularidades de este, lo que les permite a los bebés y niños ajustar mejor sus movimientos. 

Al ser los músculos del pie los que están en contacto con el suelo, los más pequeños pueden mantener el equilibrio de su cuerpo con mayor facilidad.

Eso es especialmente importante durante los primeros meses en los que el bebé empieza a andar. Poderlo hacer descalzo la mayor parte del tiempo le permite afianzar esta habilidad. Goza de mucha más sensibilidad frente a los movimientos, su propio peso y su postura. Descalzo es capaz de sentir lo que está ocurriendo en sus pies y regular su posición a cada momento.

Comprar un calzado diseñado específicamente para esta primera etapa de su vida será lo más recomendable para cuando toque salir a la calle. Un calzado de suela flexible y que permita mover el talón y los dedos con libertad y seguridad. Las sensaciones no serán comparables a las que se dan al andar descalzo, pero sí muy parecidas. Y en casa… ¡a andar descalzo!

3. Andar descalzo desarrolla los sentidos y la conciencia corporal

Además de lo que hemos expuesto en los puntos anteriores, andar descalzo permite a los niños tomar mayor conciencia de su cuerpo y de su entorno. De hecho, durante los primeros meses, los pies tienen una gran sensibilidad. Incluso más que sus manos. A través de los pies, los bebés reciben información muy importante del exterior. Por eso, no se recomienda calzar a los bebés que todavía no andan, pues les estamos privando de información sensorial y de estimulación muy útil para ellos.

Si en la calle hace frío, por supuesto que conviene calzarlos, pero únicamente con el objetivo de protegerlos del frío. En cambio, si hace buen tiempo, es ideal permitir a los niños andar sobre diferentes superficies y texturas: la arena, la hierba, suelos rugosos, lisos, fríos, calientes… Toda la información que reciben, tanto de la textura como de la temperatura, es muy valiosa y les ayuda a comprender de forma vivencial muchas características del entorno

La información táctil que perciben a través de los pies también contribuye a potenciar su conciencia corporal, a percibir mejor su posición y sus movimientos, a comprender el espacio y a estimular sus aprendizajes.

Por todos estos motivos, desde Querolets os animamos a permitir a vuestros hijos andar descalzos por casa, especialmente durante los primeros años. La excepción podría ser si tenéis baldosas muy frías, especialmente durante la época de invierno, o si están malitos. Entonces sí que convendrá calzarlos con unas zapatillas de andar por casa, unos calcetines antideslizantes u otras opciones similares.

El calzado, lo podemos dejar sólo para salir a la calle. Eso sí, que sea siempre calzado de calidad, respetuoso con las necesidades infantiles y cómodo, para que también tenga ganas de llevarlo y no limite su desarrollo ni sus movimientos.